Marsella – entre naturaleza, recuerdos y la ciencia

 

Escondido entre las montañas de la Cordillera Central se encuentra el pueblo de Marsella, destino de este paseo. El viaje nos lleva por una carretera que serpentea  por un sin numero de curvas, permanentemente  con vista sobre el profundo valle que ha dejado el río Cauca en su recorrido durante miles de años.

Grandes cultivos de café cobijan las colinas que se extienden hasta el horizonte. Desde el carro podemos tocar las matas, así de cerca a la vía las siembran los campesinos. Para llegar a Marsella nos demoramos aproximadamente una hora. Sin embargo,  tendremos varias veces la oportunidad de parar y tomar fotos.

La Casa de Cultura, patrimonio nacional de Colombia por su tradicional arquitectura, será punto de nuestra primera visita en Marsella. No solamente alberga el imponente edificio de tres pisos algunos de los más hermosos artefactos referente a la historia de la región, sino además es un punto de encuentro para todo el pueblo. Estudiantes de cualquier edad se reúnen a practicar un instrumento musical, mientras en el sótano los más pequeños del pueblo compiten en torneos de tenis de mesa.

Desde la Casa de Cultura caminamos las empinadas calles de Marsella hasta el Jardín Botánico Alejandro Humboldt. En un área de 4.6 hectáreas podemos observar  heliconias, maracas, hortensias y un sin numero de flores tropicales adicionales. El sendero del parque nos lleva por un bosque de guaduas, el bambú de Colombia, y nos hace seguir una pequeña quebrada llena de peces.

La tranquilidad del lugar y los olores de miles de flores, arbustos y arboles que nos acompañan en nuestro recorrido son suficiente razón para justificar el viaje hasta Marsella. Sin embargo, el Jardín Botánico Alejandro Humboldt nos tiene otra sorpresa, ya que funciona también como  parque de la ciencia y  tecnología. En siete módulos podrás observar  fenómenos físicos a través de juegos interactivos que constituyen mecanismos amigables con la naturaleza.

Antes de iniciar nuestro regreso a Pereira, caminamos una ultima vez por la plaza principal, visitamos la iglesia y si le gusta, entonces nos tomamos una deliciosa taza de café en una de las cafeterías que rodean el centro de Marsella.

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